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Cómoda, atenta (aunque con excesivo uso de la pausa + de 3 veces), excitada y ansiosa me dispuse a verla. Lo primero que paso por mi cabeza fue: la pobreza no entiende de diferencias culturales… es la misma en todos lados. Después me fui haciendo amiga de sus distintos escenarios y encariñandome con estos dos pequeños, ingenuos, sin noción del peligro, que dentro de sus posibilidades solo buscan reír.
A la historia de dos hermanos, Jamal y Salim, se le suma Latika, la niña que lo confundirá todo, el talón de Aquiles de Smuldog Millionaire: la historia del amor eternamente castigado, prohibido que termina triunfando.
Celebro de esta película, su apelar a las emociones sin abusar de los golpes bajos y el recurrir al humor para contar las mil y un desgracias que les tocan vivir a estos muchachos.
Su montaje, el unir tantos “espacios temporales” (niñez, adolescencia, concurso y declaración policial) es casi perfecto… muy bien premiado! Su argumento no es tan lejano; la calle resulta su escuela y la globalización cultural la editorial que imprime el manual de vida… el call center, la violencia, la gente y los viajes justifican cada una de las respuestas.
Una foto a una realidad diferente, chocante, fuerte. Actores con talento. Un director con experiencia. Una dirección de arte increíble y una banda sonora de la Ostía.
Smuldog Millionaire, tenía su destino escrito… premios all over the world!
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