Ayer me fui de Córdoba. Allá quedo mi casa y la casa clandestina, mi rutina de caminata por Obispo Trejo hasta Larrañaga, derecho hasta cruzar Chacabuco y llegar al parque sarmiento. Subir las escaleras y dar 2 vueltas por el circuito que los ciclista y los aprendices de manejo se adueñan.
Hoy amanecí en la ciudad de los aires viciados pero que no por eso dejan de ser buenos. Lo últimos cuatro días, anteriores a mi viaje, me los regale para juntarme con gente que quería ver –mucho- antes de irme. Y con todos me reí.
Todavía me sigo riendo... la tecnología y el excesivo uso que hago de ella (ja), todavía no me permite separar lo lejos de lo cerca...y es que las cosas se seguirán midiendo en distancia?
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